Todo el mundo sabe lo que es un apagón, la repentina ausencia de luz en que todo parece estar sumido en las tinieblas y la oscuridad. Pero el caso es que también existe su contrario, el apagón blanco (en inglés whiteout, en francés blanc dehors), en español más frecuentemente denominado tormenta blanca (aunque este término se aplica principalmente a tormentas en el mar).

Se trata de un fenómeno meteorológico y óptico de tipo atmosférico que se produce principalmente en las regiones polares, pero también en ocasiones en otros lugares como desiertos.

Cuando se produce, el horizonte desaparece de la vista y el cielo y el paisaje aparecen planos y sin rasgos distintivos ni puntos de referencia visual. Además, no hay sombras porque la luz llega por igual desde todas direcciones.

Tormenta blanca en Canadá | foto BriYYZ en Wikimedia Commons

En las zonas polares sucede cuando el terreno está cubierto de nieve y el cielo oculto tras una capa de nubes blancas continuas que parecen fundirse con superficie de la nieve. Las irregularidades del terreno no se pueden percibir, aunque sí se perciben los objetos oscuros cercanos (según John A. Mirabito los objetos oscuros pueden ser visibles a muchos kilómetros, mientras que un objeto cubierto de nieve, incluso una montaña, junto al observador es invisible). Los contrastes son nulos y todo parece estar envuelto en un resplandor blanco uniforme.

La luz solar se bloquea, se reduce y se dispersa por los cristales de hielo de la nieve, el viento, las gotas de agua o la niebla. Debido a la reducción de la luz reflejada las referencias visuales, como el horizonte, las características del terreno, las pendientes, etc., se reducen considerablemente o se bloquean por completo. El suelo y el cielo se funden completamente.

Tormenta blanca en Svalbard | foto Ilinskaya Alisa en Wikimedia Commons

Por ello las personas que se ven inmersas en una tormenta blanca no pueden discernir las sombras, el horizonte o las nubes, pierden el sentido de la profundidad y corren el riesgo de desorientarse completamente y perder el rumbo, aunque estén en un entorno conocido.

Ello es debido a la incapacidad para posicionarse en relación con el entorno, e incluso en condiciones muy severas se puede perder la capacidad de discernir la posición y el movimiento. Es como estar en medio de un espacio blanco completamente vacío e infinitamente extendido. Esto puede producir en algunas personas una fuerte tensión psicológica, ansiedad y miedo, e incluso pérdida del equilibrio.

Quienes realizan deportes de montaña y se ven atrapados en una tormenta blanca deben permanecer juntos y, si es posible, sin moverse hasta que las condiciones de visibilidad mejoren.

Tormenta blanca en Nueva York | foto Tommy Gao en Wikimedia Commons

Uno de los casos más conocidos es el del vuelo 901 de Air New Zealand, accidentado en la Antártida en 1979 durante una tormenta blanca, donde perdieron la vida 257 personas debido a que el piloto no pudo distinguir el monte Erebus.

El fenómeno ha aparecido en algunas películas, como la titulada Whiteout (Dominic Sena, 2009) ambientada en la Antártida, o 30 días de oscuridad (David Slade, 2007) en Alaska. En la película de 1971 dirigida por George Lucas THX 1138 hay una escena en que se reproduce el fenómeno.

Los actores, que tuvieron que interpretar sus papeles en un entorno completamente blanco, experimentaron problemas de equilibrio debido a la falta de puntos de referencia.


Fuentes

Glossary of Meteorology (American Meteorological Association) | John A. Mirabito, Notes on Antarctic Weather Analysis and Forecasting | I. M. Datz, Military Operations Under Special Conditions of Terrain and Weather | Wikipedia


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