EL COMERCIO CON AMÉRICA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

Francisco de Rioja dice así en su poesía:

 “…así trocaste tu gloria, tu esplendor puro y luciente (admirable a la más remota gente), que dello sólo sombra nos dexaste…”.

Poesía que rememora épocas doradas y denuncia amargos desengaños.

La Carrera de Indias fue el principal sistema de comunicación marítima entre España y América durante la Edad Moderna. Se había descubierto un nuevo continente, con lo cual se abría un universo infinito de posibilidades de comercio. Pero, ¿qué significó en verdad para España?:

SIGLO XVI

En este siglo surgieron: La Casa de la Contratación, el Consejo de Indias, y el Consulado de Cargadores a Indias que eran estructuras que desempeñaron un equilibrio de poder que suponía el diálogo constante entre rey y reino.

El comercio para España con América en el siglo XVI:

 —Significaría la aparición de un gran mercado de demanda que iba a estimular el desarrollo de una serie de cultivos, originando un intenso tráfico desde España a América; puesto que España enviaba materias primas y productos manufacturados a América.

—El comercio con América era un monopolio de Castilla y se concentraba en la Casa de Contratación de Sevilla, punto por donde pasarían todos los artículos. Sevilla sería el eje central y la Casa de Contratación el instrumento.

Por esa vía entrarían productos desconocidos, produciéndose un eje comercial que sería el camino del metal precioso; sin embargo Castilla poco a poco se hace impotente para cubrir la demanda americana, por lo que ha de recurrir a la reexportación, lo que permite la introducción solapada ,en el mercado americano, de los países extranjeros. A parte de esta introducción, existe también el contrabando realizado principalmente por los ingleses, con una gran aceptación en América.

EL COMERCIO CON AMÉRICA EN EL SIGLO XVII

El descenso de las remesas reales tuvo consecuencias catastróficas para la Hacienda Real castellana y, por ende, para la posición política y militar de la Monarquía en el concierto europeo. Gracias a la plata la Monarquía podía acudir, en una posición enormemente ventajosa, a los mercados crediticios del XVII. Muchos de los mejores banqueros de Europa, con los genoveses al frente, bebían los vientos por firmar asientos con ella ambicionando, más que ninguna otra cosa, la plata. Sin embargo, conforme la plata del rey empezó a escasear a lo largo del XVII, los hombres de negocios comenzaron a alejarse de Madrid. Por tanto, los mercados financieros internacionales dieron la espalda a la Monarquía. Incuestionablemente, aquí reside una de las causas fundamentales de la pérdida de poderío militar habsbúrgico durante la segunda mitad del Seiscientos.

¿QUÉ OCURRIÓ EN EL SIGLO XVII?

—Desciende bruscamente el comercio con América. Los datos que nos lo demuestran son; el descenso en el número y el tonelaje de los buques.

—Se produce una participación extranjera muy grande en el comercio con América, de forma que el control del comercio con este continente está prácticamente en mano de los extranjeros; de tal manera que, a final del siglo XVII un memorial representa que las mercancías que pasaban por Cádiz eran extranjeras en el 95%

LAS BASES SOBRE LAS QUE SE ASENTABA EL COMERCIO CON AMÉRICA

1. Navegación en convoyes. Se impuso el sistema “de flotas y armadas”, con ritmos de navegación anuales y colaboración estrecha entre la marina mercante y la marina militar.

2. Los convoyes no eran sólo expediciones comerciales. Transportaban pasajeros de todo tipo, documentos oficiales y privados y, finalmente, mercancías. Sólo los españoles de nacimiento o los naturalizados podían participar en el negocio, pero podían negociar con mercancías de cualquier origen.

3 Los diseños institucionales de la Corona estaban mucho más encaminados hacia el rendimiento fiscal del comercio. El sistema tenía que ser muy rentable en términos tributarios. La apuesta por Sevilla como principal puerto peninsular obedecía, entre otras razones, a su funcionalidad como centro recaudador.

4. El sistema se financiaba fundamentalmente a través de una figura fiscal denominada avería. Esta avería fue una tasa que gravaba los productos transportados en los convoyes, tanto los que iban a nombre de los particulares como a nombre del rey, incluida la plata.

5. Alta implicación institucional, tanto por parte de la Corona como de las universidades de mercaderes del mundo atlántico. La Casa de la Contratación era la encargada de atender la logística de los convoyes y, después, administrar el tesoro real llegado de América. Sin embargo, también deben tenerse presentes al Consejo de Indias, los virreyes de México y Perú, las cajas reales americanas (especialmente las que residían en puertos clave como Veracruz, Portobelo, Cartagena de Indias o La Habana), la Universidad de Mareantes o los consulados de mercaderes de México, Lima y Sevilla. Este último fue fundamental en esta época, por su gestión de los asientos de avería y porque se convirtió en el cauce para solicitar a los cargadores a Indias una innumerable cantidad de donativos, préstamos y trueques de plata durante el reinado de Felipe IV.

Los tres pilares (empresas-mercados-Monarquía) y la dinámica que estos vínculos fueron desarrollando a lo largo del tiempo, pone en evidencia que el equilibrio de estas relaciones trajo prosperidad, mientras que, por el contrario, las oscilaciones acabaron traduciéndose en problemas para todo el universo de la Carrera de Indias.

Un texto de la segunda mitad del siglo afirmaba que «el modo con que los enemigos de esta corona se han hecho poderosos es con las compañías de comercio que han formado» y, en consecuencia, «que el único remedio y total restauración de la monarquía era tratar de formar compañías mercantiles que en flota comerciasen».

Los hombres del siglo XVII tuvieron conciencia de que el comercio con América era muy importante para la economía de España y a partir de esa idea piensan que hay que incrementar esa actividad y buscar nuevas vías para comerciar. El profesor Sánchez Apellaniz estudió los intentos de creación en el siglo XVII de compañías para comerciar, y en su estudio demuestra que realmente se llevaron a cabo propósitos de crear compañías para comerciar con las India, pero que ninguno cuajó.

FELIPE III

Los primeros proyectos fueron expuestos a principios del siglo XVII por súbditos de la Monarquía que no pertenecían a la Corona de Castilla. En 1616 el flamenco Jorge Henin presentaba un discurso sobre la economía de la Monarquía española en el que proponía la formación de dos compañías, una para el comercio del Báltico y otra para el Atlántico, con sede en Sevilla y Lisboa. Pero fueron los comerciantes portugueses, muchos de ellos cristianos nuevos, los que propusieron con mayor ahínco la formación de compañías privilegiadas para el comercio colonial. Ellos tuvieron un papel primordial en la aceptación y difusión de este modelo de organización del comercio. En 1619 se propuso en Madrid la creación de una compañía para el comercio y navegación de Indias en la que podían participar personas de cualquier calidad o estado. Con estas palabras se querían significar la invitación a la nobleza para que invirtiera en las grandes empresas comerciales, sin pérdida de su condición. El remedio consistía, por supuesto, en la formación de compañías de comercio «como hacen los de Holanda».

En 1624 le llegó la propuesta de otro comerciante converso portugués, Mateo López Pereira. Mateo López afirmaba que «el poder que los holandeses tienen en la India oriental es por las grandes compañías que tienen entre sí» y sugería la conveniencia de establecer una compañía portuguesa en Lisboa para la navegación y el comercio de India. El portugués proponía la formación de compañías para el comercio de las Indias orientales y occidentales, con participación de comerciantes de distintas ciudades. Aunque se conservaba a Sevilla cierto papel preeminente, el proyecto suponía una transformación de la Carrera de Indias. Le dijeron que «la contratación de las Indias occidentales está bien dispuesta y tendría inconveniente hacer compañías particulares». Sin embargo, ellos mismos estimaban «quan conveniente es armar compañías en los países obedientes de Flandes para las Indias, con el propósito de que por este medio se descomponga el comercio que los rebeldes tienen en ella».

FELIPE IV

CONDE DUQUE DE OLIVARES

Fueron los tiempos del conde-duque de Olivares, caracterizados como el momento en que se incrementaron las incautaciones forzosas, se impusieron mayores exigencias a los mercaderes indianos y menos concesiones políticas se dieron a cambio. El abandono por parte de la Corona del principio de reciprocidad en las políticas comerciales generó tensiones sin precedentes en las relaciones entre la corte y la carrera de Indias. Por ello se sostiene la existencia de una verdadera oposición social y política a la fiscalidad desmesurada de Felipe IV sobre el comercio indiano, posición que fue respaldada por el Consejo de Indias.

La preeminencia del Consejo de Hacienda, apoyado por el monarca y su valido, acabó por imponer medidas gravemente perjudiciales para la Carrera de Indias con impuestos que se calcula que de media cada tonelada de mercancía se gravaba con un 35%.

El grado de tensión que habían alcanzado las relaciones entre la Hacienda Real y el Consulado, así como del modo a través del cual la fiscalidad descontrolada de Felipe IV había destrozado la Carrera durante la primera mitad del siglo XVII, llegaron a un punto insostenible, que dieron lugar a la inflación, las guerras y el contrabando.

Se vivieron años muy duros, como el de 1628, que sumó a la insaciable tributación real, la bancarrota de 1627, la guerra de Mantua y la captura de la flota de Nueva España por parte del corsario holandés Heyn.

Sin apenas tiempo para recuperarse, al año siguiente, Felipe IV acabó por darles el golpe definitivo cuando y, sin contemplaciones, les decomisó un millón de ducados de remesas de plata de particulares. A esta escalada de la presión fiscal auspiciada por la gestión del conde duque de Olivares, se sumó en 1635 el inicio de la guerra con Francia, lo cual degradó aún más las relaciones entre Madrid y Sevilla, y las colocó al borde de la ruptura.

Además, la voracidad fiscal del reinado de Felipe IV y la venta de naturalezas a los extranjeros para que pudieran comerciar con las Indias, fueron las principales causas de la quiebra del viejo equilibrio de fuerzas de la Carrera de Indias.

El estallido de las rebeliones de 1640 no hizo más que poner en una situación desesperada a las finanzas de la Monarquía, sin embargo, la salida del conde duque del escenario cortesano significó la reconsideración del papel de los consejos en la toma de decisiones y el Consejo de Indias, con el conde de Castrillo al frente, recuperó su posición en el nuevo escenario político. Sin embargo, a pesar de las iniciativas restauradoras del orden natural del comercio, el daño a la Carrera de Indias ya estaba hecho, y el legado de Felipe IV se tradujo en la destrucción del modelo comercial recibido.

LA ÉPOCA DE CARLOS II

 En época de Carlos II se llevan a cabo políticas para salir de la crisis:

– Por  un  lado,  la  adaptación  evolutiva  del  propio  negocio  mercantil  para  sobrevivir a las crisis.

– Y por el otro, el aumento de la demanda con la incorporación y crecimiento de mercados coloniales.  

– Las décadas de los 60-70 del siglo XVII también conocieron la pugna final y definitiva de la rivalidad entre las ciudades de Sevilla y Cádiz por la preeminencia en el comercio atlántico. Como puerto, Cádiz era mucho más apto que Sevilla. De hecho, a pesar de su importancia, Sevilla era una rareza en el sistema portuario de la Carrera de Indias. Se trataba de un puerto fluvial muy interior, alejado de la costa casi noventa kilómetros. El intenso tráfico naval de los siglos XVI y XVII afectó a las condiciones de navegabilidad del Guadalquivir, cuyo cauce se quedó pequeño ante el significativo aumento en el tonelaje de los galeones que ocurrió paralelamente. Los barcos ya no podían remontarlo y Cádiz se destacó como alternativa. En 1680, vería la luz la cédula de Carlos II ordenando la primacía de su puerto. El cambio no sólo fue geográfico, sino que su verdadera dimensión viene dada por una transformación cualitativa en la forma de comerciar, pasando del modo sevillano al gaditano.

 Carlos II tenía un espíritu distinto a su padre, por lo que a  diferencia  de  Felipe  IV  y las políticas del conde duque de Olivares, Carlos II y sus ministros se preocuparon de intentar no dañar el comercio, al igual que de ofrecer privilegios políticos a cambio de los sacrificios mercantiles, negociando con un Consulado de cargadores sevillanos debilitado pero que supo mantenerse a pesar del desarrollo gaditano gracias, en mayor medida, a su intermediación en la fiscalidad de la Carrera de Indias.

A finales del siglo XVII las consecuencias de la voracidad fiscal de la corona fueron otras, porque con Carlos II la escalada tributaria no destruyó la bonanza mercantil.

BIBLIOGRAFÍA :

https://esperanzavaroblog.wordpress.com/2021/01/13/las-nuevas-rutas-en-la-europa-moderna/

https://esperanzavaroblog.wordpress.com/2021/10/24/expansion-y-depresion-en-espana-en-los-siglos-xvi-y-xvii/

https://esperanzavaroblog.wordpress.com/2021/06/25/el-mercantilismo-la-practica-economica-de-la-edad-moderna/

Así trocastes tu gloria. Guerra y comercio colonial en la España del siglo XVII José Manuel Díaz Blanco

La carrera de Indias (1650-1700): Continuidades, rupturas, replanteamiento José Manuel Díaz Blanco

La compañía como proyecto (siglos XVII-XVIII) Pere Molas Ribalta

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