Con apenas 10,000 kilómetros cuadrados de superficie (como Navarra o Asturias, o como el estado mexicano de Querétaro) y menos de seis millones de habitantes, Líbano ocupa el lugar 161 en la lista de los países más grandes del mundo, justo por detrás de Kosovo y por delante de Chipre. Y sin embargo en un área tan pequeña, y desde ayer, coexisten dos zonas horarias. ¿Por qué? Resumiendo mucho: religión y políticos incompetentes.
Líbano adoptó el horario de verano en 1984, y habitualmente sigue la costumbre europea de retrasar los relojes el último domingo de octubre, y adelantarlos el último domingo de marzo. Pero el jueves pasado, apenas 60 horas antes del cambio de horario previsto, el gobierno libanés anunció, sin alegar motivo alguno, que retrasaba el inicio del horario de verano hasta el 21 de abril. La razón detrás del cambio, según se supo posteriormente cuando se filtró una coversación entre dos autoridades del país, era facilitar el cumplimiento del Ramadán a los musulmanes, que suponen dos terceras partes de la poblacion, permitiéndoles romper el ayuno una hora antes. La decisión no ha gustado a los cristianos del país: la Iglesia Maronita, uno de las instituciones libanesas más poderosas, anunció el sábado que procedería con el cambio de hora, y lo mismo hicieron dos de las cadenas de televisión más importantes. Escuelas, organismos públicos y negocios privados han decidido de forma individual si realizar o no el cambio, llevando al país al caos cronológico. Las líneas aéreas locales decidieron aceptar el cambio, pero adelantaron una hora todos los horarios de los vuelos para las próximas tres semanas. La confusión es generalizada porque en principio, ni siquiera las compañías telefónicas habían sido informadas del cambio, así que éstas acabaron recomendándoles a sus usuarios cambiar la actualización de la hora a modo manual. En Beirut, que es una ciudad multiconfesional, hay zonas de la ciudad operando en horas distintas, de manera que es posible cruzar la calle y cambiar de hora.
La política en Líbano es profundamente sectaria y está condicionada íntegramente por la religión. El poder se reparte según cuotas religiosas: el presidente siempre es cristiano maronita, el primer ministro musulmán sunnita, y el presidente del parlamento musulmán chiita. Los escaños en el parlamento también están distribuidos por grupos religiosos: musulmanes y drusos por un lado y cristianos por otro disponen de la mitad de los escaños, con divisiones menores dentro de cada grupo. La distribución geográfica de las religiones tampoco es homogénea, y la mayoría de las zonas están dominadas claramente por una de las tres confesiones mayoritarias del país. Incluso la propia Beirut sigue dividida 30 años después de acabada la guerra civil, cuando había una línea verde separando comunidades que se masacraban con frecuencia.
El trasfondo de la decisión, que los cristianos perciben como arbitraria (probablemente porque lo es) es una crisis económica descomunal y tan profunda que amenaza con llevarse por delante al país y convertirlo en un Estado fallido. Inflación desatada, pobreza generalizada y una reducción del PIB superior al 50%, y todo ello antes de que, en plena pandemia, una explosión redujera a cenizas el puerto de Beirut y provocara enormes daños por toda la ciudad. En un país arrasado por la corrupción, destruído por una crisis financiera atroz (una de las diez peores desde el siglo XIX, según el FMI, y provocada en su mayor parte por políticas gubernamentales) y donde el espectro del hambre asoma por el horizonte, una decisión tan arbitraria como mal ejecutada es percibida como una manera de, simplemente, desviar la atención. En todo caso, esta dualidad horaria tiene los días contados: el próximo 20 de abril el líbano musulmán se pondrá en hora con el cristiano. Inshallah.
Actualización (28 de marzo): El gobierno libanés ha decidido dar marcha atrás, y el cambio de hora finalmente se producirá en la medianoche del miércoles 29 al jueves 30
Fuentes: CNN, The Guardian, BBC, Middle East Eye
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A lo mejor no estoy bien informado del tema del Ramadán, no he entendido bien el artículo o hay algo más que se me escapa. Agradecería que alguien lo explicase.
Si estoy en lo cierto, las obligaciones del Ramadán tienen que ver con la puesta de Sol. Es decir ahora (cerca de las 22) como ya hace rato que se puso el Sol (en el este de España), quienes observan el Ramadán y viven aquí, ya pueden comer, porque ya se ha puesto el Sol, no por la hora que marque el reloj.
Ahora (las 22 en España) quienes vivan en Ciudad de México y quieran observar el Ramadán (allí son casi las 14 y no se ha puesto el Sol) deben ayunar, porque está el Sol en el cielo. Si en Ciudad de Mexico cambiaran la hora y dijeran (absurdamente) que siguen la hora de España peninsular, y por tanto los relojes de Mexico deben marcar las 22, deberían seguir ayunando porque el Sol está en lo alto. Igualmente, si en España dijéramos que seguimos la hora de Mexico y que (absurdamente) ahora (hace 4 horas que anocheció) son las 14, los musulmanes no tendrían que observar el ayuno porque marquen lo que marquen los relojes, el Sol ya se puso.
Si esto es así ¿por qué importa el cambio de hora para la observancia del Ramadán? Quienes lo observan siguen pudiendo comer x horas después de que dejaron de poderlo hacer ( lo mismo que dure el Sol en el cielo), al margen de lo que marquen los relojes ¿no?
Gracias por las aclaraciones
El momento en que se pone el sol no cambia con el cambio de hora, pero los horarios de trabajo sí. Si trabajas de 9 a 5 y el sol se pone a las 7 tienes que esperar dos horas después del trabajo para poder comer. Si cambias la hora, seguirás trabajando de 9 a 5 pero el sol se pondrá a las 8, por lo que tendrás que esperar una hora más. Si yo fuera musulmán, preferiría no hacer el cambio hasta que acabe el Ramadan. Dicho esto, el pifostio que han montado en el país entre unos y otros es de aurora boreal…
PD: Aprovecho para celebrar la resurrección de entre los muertos del perpetrador de éste nuestro blog.
Gracias por la explicación Muskarditz. Veo lo que dices, pero por la mañana es al contrario.
Supongo que lo de empezar a trabajar haciendo más/menos tiempo que comiste a cambio de que pases menos/más tiempo desde que dejas de trabajar hasta que cenes, es una cuestión de preferencias. Sin haberlo practicado nunca, no puedo opinar sobre qué cuesta más.
Que lindo embrollo en el que se metió Líbano.
Y nuevamente una situación absurda generada por diferencias religiosas.
Igualmente, nada, y repito nada cambia lo de la escalera del Santo Sepulcro
Sobre el cambio de horario leí en alguna página perdida en internet una supuesta respuesta de un jefe indio norteamericano cuando le preguntaron sobre la implementación del horario de verano: «Solo al hombre blanco se le podría ocurrir cortarle una franja de arriba a su cobija, coserla a la misma cobija en la parte de abajo y pensar que va a tener una cobija más grande». Cierto o no, ejemplifica lo que muchos pensamos al respecto. Por suerte en México este año nos libramos del horario de verano.