Una mirada científica a la restauración de Notre Dame cinco años después de la tragedia

Los científicos y restauradores siguen trabajando día a día por la recuperación de esta icónica catedral.

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Notre Dame en llamas.
Foto: Thierry Mallet, AP / Shutterstock

El 15 de abril de 2019, la cubierta de Notre Dame se incendió. Después de 15 horas en llamas, la aguja se vino abajo, la techumbre quedó destruida en su mayor parte y la parte superior de sus muros sufrió graves daños. 

Se suele decir que, de todo lo malo, siempre puede sacarse una parte positiva. Puede que, para muchos casos, sea una frase que invita al autoconsuelo y carezca de un fundamento real pero, curiosamente, tiene un rastro de verdad cuando se habla del devastador incendio que azotó a la catedral de Notre Dame de París en abril de 2019.

Aunque, obviamente, este hecho conmocionó al mundo y supuso una gran tragedia para la memoria histórica, también ofreció una oportunidad única e inigualable para la investigación arquitectónica y la restauración. Y es que el incendio sacó a la luz una gran cantidad de hallazgos y curiosidades no conocidas relacionadas con la construcción de Notre Dame.

A lo largo de estos 5 años, los científicos han conseguido descubrir conjuntos inéditos de grapas de hierro utilizados en varias partes del edificio, hasta este momento desconocidas, que plantearon preguntas sobre su origen y su propósito: ¿se implementaron en las fases iniciales o fueron añadidas durante las modificaciones de los siglos posteriores? Junto a este conjunto, se han descubierto también una serie de piedras de valor incalculable, cuyo estudio ha potenciado la investigación y el desarrollo de metodologías en este campo.

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INSPECCIÓN DE LOS DAÑOS Y DESCONTAMINACIÓN DE PLOMO

Pero mucho antes de que cualquiera de esas estructuras saliese a la luz, la tragedia era más latente y únicamente eran apreciables los daños. Pocos días después del 15 de abril, fecha en la que la catedral fue consumida por las llamas, un equipo de científicos especializados en restauración fue convocado por el Ministerio de Cultura de Francia para realizar una inspección inicial y evaluar el alcance de los daños.

Sorprendentemente, tras el susto del principio, descubrieron que las obras de arte y los tesoros que albergaba el monumento habían sido protegidos de las llamas, preservando de esa forma el corazón de la catedral.

A pesar de ello, sí se dieron cuenta de que los daños causados por el incendio habían sido graves y que restaurarlos sería un gran desafío. Hay que tener en cuenta que más de 200 toneladas de plomo tóxico de la cubierta y la aguja del edificio habían desaparecido, lo que suponía un riesgo para la estabilidad estructural de la catedral.

Sin embargo, una de las cosas más preocupantes era la alta presencia de plomo, pues grandes dosis de este elemento suponen un verdadero problema para la salud pública. Y efectivamente, las dosis de plomo encontradas en las superficies de la catedral llegaban a superar en 70 veces el límite legal impuesto por la Agencia Nacional de Salud, lo que implicó que se tuviese que llevar a cabo un primer proceso de descontaminación de la catedral sin dañarla. 

La catedral de Notre Dame de París junto al Sena.

La catedral de Notre Dame de París junto al Sena

EVALUACIÓN

Paralelamente a esa descontaminación de plomo, los científicos debían continuar avanzando en la evaluación de los daños, para lo cual, fue necesario el uso de técnicas innovadoras. Y es que, al final, la restauración es el último de los pasos, posterior a todos aquellos que implican el análisis y estudio de las condiciones post-incendio. En el Laboratorio de Investigación de Monumentos Históricos (LRMH), los científicos aplicaron una gran variedad de técnicas avanzadas para evaluar la condición de los materiales y la estructura superviviente.

Entre estas técnicas se encontraron el escaneo láser, que permitió medir las deformaciones del edificio desde su construcción inicial y confirmar de esa forma la autenticidad y el estado de los arbotantes – los arcos situados en la parte exterior- de la catedral. Además, también se utilizó la técnica de microscopía para examinar las piedras caídas de la bóveda, lo que ayudó a determinar su resistencia y, por lo tanto, si estas podían ser utilizadas durante la etapa de restauración o sería necesario el uso de sustitutas.

LA PIEDRA Y EL HIERRO

Por otro lado, para las piedras caídas de la bóveda se analizó también el color, lo que permitió descifrar las temperaturas soportadas durante el incendio. Con este método se descubrió que las piedras que habían alcanzado entre 300ºC y 400ºC presentaban un cambio en la tonalidad debido a la descomposición de los cristales de hierro que ayudaban a unir la caliza, algo crucial para determinar y evaluar su posible reutilización.

En cuestión de metalurgia, fue crucial investigar la corrosión y el impacto del agua utilizada durante el apagado de las llamas en las estructuras de hierro de la catedral. Al analizar este interior, se descubrieron barras de hierro y tornillos desconocidos hasta ese momento por encontrarse dentro y alrededor de las paredes. Ante este hallazgo, comenzó a crearse un mapa de calor para las piedras cercanas y de esa forma, se determinó si las barras existentes de hierro se utilizaron en la construcción inicial o si se añadieron en etapas posteriores de la restauración.

Catedral de Notre Dame, París. Francia
Foto: AgeFotostock

Catedral de Notre Dame durante el incendio

RESTAURACIÓN Y RECONSTRUCCIÓN

El proceso de restauración y reconstrucción comenzó después de todo ese análisis y evaluación previa. El objetivo principal fue, en todo momento, devolver la catedral a su estado original, respetando su historia y autenticidad arquitectónica, incorporando al mismo tiempo materiales y técnicas modernas necesarias para garantizar la durabilidad del futuro.

El proceso tuvo un comienzo muy rápido e inmediato, pues fue necesario comenzar lo antes posible con la estabilización de la estructura dañada, buscando evitar el colapso total. Ingenieros y arquitectos trabajaron de forma conjunta para instalar vigas de acero temporales y remover el andamiaje dañado, un proceso que resultó ser de lo más complejo y que precisó de una delicadeza extrema. Fue un paso aventurado, pero crucial, pues permitió a los expertos acceder a las zonas dañadas de forma segura para realizar la evaluación.

Paralelamente, se formó un equipo de expertos en conservación, arquitectura, historia del arte y ciencias de los materiales para desarrollar un plan de actuación. Es un equipo que sigue activo a día de hoy, trabajando en la reforma y rehabilitación de la catedral, siempre dando pasados fundamentados en la investigación llevada a cabo en el LRMH, desde donde se guían los esfuerzos de restauración, incluyéndose aquí la selección de los materiales y de las técnicas de construcción.

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